10/11/11

Me gusta ser mujer, me encanta eh

Está mal decir "me vino". Me vino suena inesperado, a visita sorpresa, a una amiga que sale del laburo y pasa a tomarse unos mates cuando vos estás en pantuflas y con ojeras de rímel. No te viene así como así. Antes de venirte, tu cuerpo da variadas e inconfundibles señales, visibles para vos, tu entorno, los desconocidos y el pelotudo que te carga la tarjeta en el subte. Y son señales molestas, claro que sí, Arjona hizo la peor canción del mundo en honor a nuestras hormonas. Ya lo sabemos, pero sepan que para nosotras es peor. Salvo que haya tenido una orgía bajo los efectos del LSD alrededor del día 14 de su ciclo, a ninguna mujer sana mentalmente le gusta que le venga.

Por eso, desde este espacio tan educativo, tan ilustrativo, tan tan...femenino, les dejo un calendario con pequeñas anotaciones para los hombres que, ante la ausencia de útero, no tienen ni la menor idea de cómo hacer para no empeorarnos la vida.


Una semana antes de mevino: Etapa "volví a la pubertad y esta vez con granos". Tu piel es una explosión sebácea. Te lavás la cara alrededor de 9 veces por día para desubrir que te salen granitos en lugares tan pelotudos como el cuello o la parte interna de la nariz. No querés maquillarte para no tapar más tus poros, y así salís a la calle. Brillosa y sin tapaojeras.

Los hombres deben: evitar acariciarnos. Estamos convencidas de que no van a poder chasquear sus dedos a continuación y que van a llamar a los gritos a Mr. Músculo. Nunca deben avisarnos que otra parte de nuestra cara sucumbió al acné: seguramente ya lo sabemos y su sola mención nos puede enfurecer.

Cuatro días antes de mevino: Etapa "juro que este jean ayer me entraba". Te inflás. ¿De qué? Es un misterio grande como por qué las princesas de Disney nunca tienen madres. Simplemente te inflás. Origina que te veas más gorda, y si le sumás los granos, la falta de maquillaje y el malhumor, sos una versión aún más patética que Lilita Carrió. Ella aunque sea saca 6 votos.

Los hombres deben: dejarnos que nos tomemos el tiempo del mundo para vestirnos, y jamás apurarnos bajo la premisa de que todo nos queda bien. Sabemos perfectamente que en estado globo, nuestro ropero se reduce inmediatamente a un octavo de lo que es. Si van a hacer comentarios, que sean inofensivos, es decir: refiéranse a nuestro pelo, ojos, accesorios. Si me alabás cómo me queda la remera sabré que mentís y será objeto de mi furia.

Tres días antes de mevino: Etapa "tengo más teta que Lía Crucet". Momento en el que pensás seriamente si no estarás embarazada y corrés a hacer cuentas y revisar el pastillero. Sentís que tenés 300 kilos de teta y en todas las fotos salís como la Pachamama. El bandó pasa a ser un corset y todo te parece escotado.

Los hombres deben: jamás decirnos que están igual que siempre. Yo las siento hinchadas y duras, ok? No necesito que además me trates de chata. Tampoco alabarlas: no me siento orgullosa de golpearme el mentón en cada bache que agarra el bondi. Teneme paciencia cuando baje la escalera y tratá de no hacerme agachar. Y si tenemos sexo, por favor, no me las toques. Duele, viste? Si me las mordés, te pateo la mandíbula. Corta.

Dos días antes de mevino: Etapa "tengo un desorden alimenticio, verdad?" Tenés un hambre voraz pero el sólo hecho de ver comida te provoca querer vomitar hasta el primer Nestum. Te la pasás a agua, gelatina, arroz y alguna fruta que tenga aspecto de inofensiva.

Los hombres deben: no invitarnos a comer, y si por esas casualidades compartimos una mesa, no hacer ruidos deglutivos ni chuparse los dedos ni eructar. Eso sólo hará que abandonemos la que quizá sea nuestra única comida del día y corramos al baño a sentir sólo cómo el sudor frío nos recorre la espina dorsal.

Un día antes de mevino: Etapa "Crisis". Todo en tu vida está irremediablemente mal. Estás sola, tu carrera te frustra, tus amigas no te contestan los mensajes, nadie es capaz de tratarte bien. Te pasás el día en la cama compadeciéndote por tus desdichas y tomando decisiones irrevocables. La música que te acompaña haría llorar hasta a Videla, y claro, cómo no vas a llorar vos también. Si lloraste porque no te alcanza el café para hacerte la jarra entera y te tenés que conformar con media jarra. Obvio.

Los hombres deben: si tienen huevos, acompañarnos. Abrazarnos cuando lloramos, darnos besos castos mientras miramos la peor película que estén dando en el cable, solucionarnos todos los problemas que se nos crucen durante este día fatídico. Y todo eso, callados y bancándose nuestra agresión permanente. Si no tienen huevos, pues entonces les recomiendo borra mi teléfono de su celular y nunca más llamarme.

Me vino: pasás por la etapa "me acabo de dar cuenta de que tengo útero y sé perfectamente dónde está ubicado y qué partes de mi cuerpo está tironeando para contraerse", luego por "Falta y Resto se está haciendo una murguita en mi cabeza" y finalizás con "la puta madre aunque sea dejame dormir". Tu abdomen grita dolor y es la cruel realidad. Te tomás un blister de ibuprofeno, te hacés un ovillito en la cama, un baño de inmersión, la vertical y la vuelta carnero. No hay con quéw darle: tu útero se contrae y no sé si viste películas de parturientas, pero eso DUELE. En el combo suele venir dolor de cabeza y si pagás $0, 50 más te agregan dolor muscular. Sos inservible, una carga para tu familia y la sociedad entera. No pasan tres horas hasta que pedís a gritos una histerectomía.

Los hombres deben: Si se animan y tienen paciencia, tener sexo con nosotras. Hasta ahora, el sexo fue el único remedio que encontré contra los dolores menstruales. Dicen que el ejercicio también ayuda, pero qué mierda. Si no se animan se pierden el huracán de hormonas que los podría sacudir hasta dejarlos turulatos, pero allá ustedes. Por lo menos, masajes en la cintura.

Segundo día de mevino: Etapa hemofílica. Se te van los dolores y con ellos el 95% de tu sustancia vital. Literalmente te vas en sangre. Un horror de pantalones manchados y tampón como la única manera de conservar la tranquilidad. Estás lívida, te volvés blanca como un papel y un soplido fuerte basta para que te caigas redonda al piso. Mover una silla de lugar es una hazaña olímpica.

Los hombres deben: ante todo, asegurarse de que no nos desmayemos en cualquier parte. Invitarnos a comer algo con carne roja no viene mal, quizá eso nos da fuerza para sonreírles y todo. Lo que sí, bajo ningún concepto, intenten tener sexo. Nadie quiere pasar por eso.

Tercer día de mevino: Etapa de resaca. Sale sin ganas, como cuando salís de un recital que querías que durara mucho más. Al final del día ya parece que definitivamente, se fue. Pero no: es todo un truco para esperar que vos salgas contenta a la vida, y volver. Un poquito. Y después irse. Y volver. De a ratos.

Los hombres deben: ayudarnos a volver a la vida normal. Una salida que nos obligue a sacarnos el pijama sería sensacional. Tampoco la Creamfields, eh: de a poco.

Cuatro día de mevino: Ya está. Ya pasó. Te quedan poco más de 20 días de paz. Aprovechalos.

5 comentarios:

  1. No se de que estas hablando, debe ser todo fantasia.

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  2. Quiero que sepas que te quiero mucho. Oh sí, estos son los posteos sobre mentruación que me gustan leer.

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  3. Tom: no vas a decirme que nunca te viste en el ojo de la tormenta hormonal femenina...

    Jueves: qué copada. Ojalá la menstruación no existiera, eh, así no tendríamos que escribir/leer sobre ella...

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  4. Me ha tocado, por eso el miedo!

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  5. No lo pudiste haber escrito mejor!!!!
    Justamente hoy estoy en el segundo dia me vino, pero no sabes lo que era la semana pasada!!!

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