No sé por qué, pero cada vez que vuelvo a la ciudad de Buenos Aires después de un viaje, me siento extranjera. Hay algo en esta ciudad que me coloca en el lugar de turista, donde Retiro es la puerta a un mundo desconocido y el obelisco es una mole incoherente que irrumpe en la avenida más ancha del mundo.
Y dentro de un taxi, escuchando tango, me sentí en una película nacional for export.
Qué sé yo, mambos.
Sí, olvidate. Cuando vuelvo de un viaje y la situación está musicalizada, me siento la protagonista de un culebrón de media tarde.
ResponderEliminarSoy una estresha.